domingo, 19 de agosto de 2012

2. BYE BYE Mongolia


Uno no puede arrepentirse nunca de haber tenido la suerte de ciclar por uno de los países más bellos del mundo pero siempre nos quedará la espinita clavada de haber elegido el año incorrecto. Pero contra la meteorología no se puede hacer nada así que la conciencia está tranquila. Mongolia es un paraíso para todos los sentidos excepto para el gusto y a veces el olfato. Es una visita obligada para todo el mundo, un destino al que se puede venir de muchas maneras y cualquiera que se escoja, aunque sea en un 4x4, será una experiencia hermosa pero dura. Es uno de esos sitios donde cuesta sudor llegar a los sitios y donde se debe ser autosuficiente por unos cuantos días. Esto es lo que le da a Mongolia los galones de ser un destino distinto. Aquellos a los que les guste el caballo pienso que Mongolia sería como la Meca para los muslmanes, un lugar al que se debe ir antes de morir. Aquellos a los que le gusten los espacios abiertos quedarán ampliamente satisfechos y aquellos que disfruten durmiendo en la tienda en la más absoluta paz y solitud, este es su país. Pero los que más van a disfrutar con Mongolia son los amantes del vodka y la lucha libre. Aquí harán amigos para toda la vida. De nómadas a nómadas, agur Mongolia.


1. Donde los hombres aún susurran a los caballos

Pasar de China a Mongolia a través del Gobi es pasar de la modernidad a la simpleza de golpe y porrazo,  entrar al territorio libre de camellos, caballos y unos pocos nómadas atraídos por no sé qué


Mongolia ha decidido, bien entrado el siglo XXI iniciar las obras para asfaltar el cordón umbilical que le une a la fábrica del mundo. Probablemente será el único tramo fronterizo con China que permanece virgen


Muy poca gente habita en el Gobi y menos aún en sus típicas yurtas emplazadas en la mitad de la nada, en la más absoluta y aparente solitud. Muchas veces me pregunto qué mueve a esta gente a pasar una temporada aquí. Quizás sean los atardeceres y la inmensidad absoluta del desierto que tan atrapado me tienen a mí también. Pero tiene que haber algo más que no puedo  llegar a descifrar. La gente es abierta, sencilla, agradable, solidaria


El Gobi nos trajo unas lluvias diluvianas que nos pilló por sorpresa. Solo con las lluvias monzónicas del trópico había visto ver caer tanta agua en tan poco tiempo. El desierto se inundaba, para nuestra desesperación, y pedalear se convirtió en un querer y no poder. Pero cuando no llovía hacía calor y entonces, paradógicamente, buscábamos refugio en cualquier punto posible para comer o descansar


Ulan Bator es una capital horripilante, con unas carreteras llenas de agujeros, un pantanal cuando llueve, sucia, fría, triste, distante. Es una parada obligatoria si se quiere extender el visado o aprovisionarse para el viaje al corazón del país: la estepa, una estepa que unificó y lideró el gran héroe nacional, Genghis Khan, a principios del siglo XIII. Ha llovido mucho desde entonces y hoy sería imposible imaginar medio mundo dominado por este pueblo


Temujin, que era el verdadero nombre del gran Khan, unificó a las guerreras tribus mongolas y fue capaz de lanzarse a la conquista de medio mundo conocido. Llegaron hasta Europa central y fueron las disputas internas por la sucesión del trono las que tumbaron al imperio, no los campos de batalla. Dicen que Genghis Khan fue un gran líder para su época, que prohibió violar a sus enemigos sin su consentimiento, que supo meterse en el bolsillo a sus antiguos enemigos dándoles poder unas veces y manipulando otras, que dio libertad religiosa, que favoreció el tránsito de mercancías e ideas...todo un caballero


Si llegaron donde llegaron es gracias a su mejor aliado: los caballos. Los mongoles y los caballos son una única identidad, indisolubles. Ellos son los mejores jinetes del mundo y en la estepa la vida gira en torno a ellos. De ellos sacarán la leche que fermentarán para hacer su bebida veraniega, el "airag" y dirigirán sus rebaños de yaks, vacas, cabras u ovejas de pasto en pasto. Es un belleza para los sentidos verles en acción y ya de niños, cuando apenas levantan un metro del suelo, son capaces de montarlos y ayudar a sus padres con los movimientos de ganado. Estoy seguro que también aprenden a susurrarles cuando aún están en el vientre materno


No solo se ven caballos campando libremente por doquier. También abundan las águilas, que a falta de árboles deben anidar y vivir a ras de suelo, o miles de comadrejas y marmotas, incluso algún camello que habrá desertado de alguna vieja caravana


Los mongoles pueden parecer muchas veces rudos pero es posible que sea su timidez. Las relaciones con humanos no es su fuerte, tampoco tienen mucho tiempo para ello. Otros son más abiertos y sonríen cuando les saludas. Tienen un gran parecido con los tibetanos: ropajes, costumbres, religión, aunque son diferentes. Quizás la principal diferencia entre ellos y motivo por lo que los mongoles no nos han enamorado es su adicción al alcohol. Desgraciadamente el vodka es una costumbre demasiado arraigada en estos nómadas a los que no les falta mucho para transformarse en unos peligrosos y violentos vecinos. Cuando beben lo mejor que te puede pasar es estar lo más lejos posible de ellos


En cuanto uno deja atrás la capital, donde viven más de la mitad de los mongoles, las yurtas dominan la estepa. Son tiendas bien aisladas térmicamente con un fuego central que les servirá de estufa y cocina al mismo tiempo. No podrán cocinar mucho ya que la infertilidad de su suelo les priva de verduras. La carne super grasienta de oveja es la base de su alimentación y esto hace que vayas donde vayas, estés donde estés, el horrible olor a oveja te perseguirá en tu viaje. La gastronomía tampoco es su fuerte



Pero hay algo que es incuestionable. Mongolia es uno de los países más bonitos del mundo, donde la naturaleza lo impregna todo y donde uno puede descubrir todas las tonalidades diferentes de verde que uno ni siquiera sabía que existían. La estepa es hermosa, idílica, casi irreal, como recién sacada de un cuadro. Es como si alguien hubiera cubierto las infinitas colinas con una moqueta y se hubiera quedado dormido.  


El momento de acampar es un momento sagrado. Es el momento de deleitarse con tu entorno y fundirte en él, de amar la vida


Pero no hemos llegado en buen año. 2012 pasará a la historia como uno de los más lluviosos e inestables de los últimos años. Las inundaciones devastan China, llenan de tifones las costas y Mongolia no se libra del azote. Escapar de las tormentas es, desgraciadamente, una mala costumbre que debemos aprender a digerir, aunque casi siempre sea en vano. Casi siempre perdemos. Es una cuestión de suerte porque otros viajeros la han tenido al estar pocas veces en el lugar equivocado. A nosotros  la lluvia nos ha martirizado el viaje, nos ha acompañado allá donde íbamos.


También están intentando asfaltar el país pero pasarán décadas hasta que haya una carretera que lo cruce. Mientras tanto la vida seguirá como siempre y los desplazamientos se harán por pistas para todos los gustos y colores.


Casi siempre es lo mismo. Subes una colina y bajas por el valle hasta la siguiente. Así una y mil veces. No hay mucho tráfico que se diga, la siesta puede hacerse sin preocupaciones...


Así que cruzaremos valles y rodearemos lagos,


bordearemos ríos,


y los cruzaremos cuando no haya puentes,


seguiremos peleándonos con las nubes,


y deleitándonos con las vistas... cuando el tiempo lo permite. Este es el día a día en Mongolia.


Y por supuesto, a veces soñamos con poder detener el tiempo y permanecer para siempre en el paraíso...



Pero uno despierta rápido del embrujo, en cuanto se coge la asfaltada carretera del norte que lleva, desde Rusia, a Ulan Bator y se topa con los cientos de asesinos en potencia al volante que son los mongoles, auténticos "Cromagnones" que no entienden que pasarte a 160 km/h a un centímetro del cuerpo es lo más parecido a matarte vivo. Es cuando a uno le pide el cuerpo un cambio. Y Corea del sur es la elegida. Pero esa es otra historia.